Hay
momentos en que lees algo y quieres darlo a conocer como si fueses tú el que lo
hubiese escrito. Hay momentos, sin embargo, en los que te haces a un lado y
permites que sea el mismo autor o su prologuista, quienes expliquen lo que
tienen para contarnos cuando en nuestras manos depositan un libro.
Este
es quizá uno de esos casos. Estoy
leyendo unos ensayos sobre Tecnocultura y comunicación, y entre algunos textos
encontré los siguientes ensayos recogidos en un libro al que se llamó “La
sociedad de la ignorancia” (título de uno de los ensayos).
Permítanme
la licencia de dejar que sea el mismo prologuista del libro quien nos cuente de
qué trata. Al final anexo el libro para que sea descargado (licencia Creative
Commons):
“Los
ensayos de Antoni Brey, Daniel Innerarity y Gonçal Mayos recogidos en el
presente volumen constituyen una síntesis lúcida de nuestro comportamiento
social como especie. La evolución exponencial de nuestros procesos de regulación energética, la
aplicación técnica de los mismos, así como el crecimiento demográfico están
produciendo una situación de incertidumbre sobre nuestro futuro en el planeta.
La
hiperconexión que se produce como consecuencia de la socialización de la revolución
científico-técnica nos hace incrementar la complejidad en los procesos de
relación social de especie, como nunca antes se había producido. La complejidad
que ha emergido es un producto evolutivo y no se puede gestionar, en contra de
lo que algunos especímenes humanos piensan; lo único que podemos hacer como
Homo sapiens, para enfrentarnos al futuro, es trabajar para poder manejar la
incertidumbre planteando escenarios hipotéticos y aplicando modelos que, en
cualquier caso, deberán contrastarse empíricamente.
La
tecnología y su socialización generan tensiones y divisiones en nuestras estructuras
etológicas y culturales. No se ha producido, pues, una socia-lización efectiva
del conocimiento y ello impide que caminemos hacia la sociedad del pensamiento,
tal como deberíamos hacer.
Por
lo tanto, las dicotomías históricas continúan en pleno progreso y ni los expertos
ni los eruditos ni tampoco los sabios tienen bastante capacidad para integrar
la información de que disponemos. El individualismo debe dejar paso a la
individualidad, es decir, las personas hemos de actuar no como especimenes, si
no como constructores sociales, aportando de forma crítica nuestros
conocimientos a la organización de la especie. Esto, por ahora, no es así, a pesar
de la socialización de la cultura y de la educación.
Actualmente,
como dice Antoni Brey en su opúsculo, nos invade la sociedad de la ignorancia.
A pesar de ello, soy optimista y mantengo la esperanza de que todo sea
consecuencia del momento de transición en que nos hallamos inmersos, como un
capítulo pasajero de nuestra travesía hacia una mejora ecológica y cultural de
nuestra especie.
Ahora
bien, para que realmente lleguemos a este punto, debemos trabajar en la
perspectiva de generar una nueva conciencia crítica de especie. Solamente con
una evolución responsable, construida a
través del progreso consciente, podremos convertir conocimiento en pensamiento,
alejándonos de este modo de la sociedad de la ignorancia.”
Eudald
Carbonell
Al iniciar una lectura desprevenida del primer ensayo, me asalta una duda: ¿el modelo educativo actual prepara a nuestros estudiantes para qué tipo de sociedad? ¿del conocimiento o del pensamiento?
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